Camaleón

Hoy fui a la oficina de mi vieja a darle una mano. Hay cuatro mil personas (hipérbole, obvio). Lo curioso es que pude mantener charlas coherentes con los pendejos de 18, 20 años, con las minas treinteañeras (casadas y con muchas fotos de sus hijos en la billetera), con las de 40 separadas, con el langa pendeviejo de la oficina, con los viejos del gremio y con las cincuentonas frígidas y anticuadas...
Es curioso como me mimetizo con mi interlocutor. De manera inconciente le copio, gestos y palabras por un ratito, como si supiera que para que el otro te entienda los dos tienen que estar hablando el mismo idioma, pero sin razonarlo mientras lo hago. Así hablé de boliches, de chicos, de tipos, de historia argentina, de politica, de cocina, de dietas, de ropa, de costumbres viejisimas, de borges y de quien sabe cuántas cosas más durante todo el día.
Y todavía más curioso, si bien al principio soy yo la que se mimetiza he descubierto que soy contagiosa, porque el otro tb termina copiando mis gestos o mis palabras. Cuando una de las viejas sesentonas dijo "qué embole...! hoy el día no se pasa más!" Entendí que entre todos acababamos de hacer un inmenso licuado de generaciones...